Claudia Hirsch | Pedagoga y psicoanalista
Introducción
Muchas son las quejas y dificultades con las que se topan padres y profesores al estar frente a un niño o adolescente que demuestra poco interés por lo que se le dice, no acepta los límites impuestos y ni siquiera muestra actitudes de “respeto hacia la autoridad”. Los más conservadores optan por quedarse con la versión de que “en nuestros tiempos los hijos/alumnos sí hacían caso o bastaba con una mirada para que ellos obedecieran”.
Sin negar que existen cambios dramáticos en nuestra sociedad, vale la pena hacer una revisión más cuidadosa de lo que está sucediendo y de las posibles explicaciones sobre por qué es tan complicado posicionarnos como adultos frente a la infancia y la juventud en estos días.
Es innegable que las normas y referencias cambian a lo largo de la historia, pero esto no necesariamente tiene que ser negativo. La cuestión es que los movimientos históricos y sociales tienden a ser pendulares: tres generaciones atrás predominaba un estilo autoritario de crianza en donde estaba prohibido preguntar, pensar u opinar.
A partir de la promulgación de los Derechos de los Niños y de las grandes campañas publicitarias que buscan otorgar un lugar especial a la infancia dentro de la sociedad, nos encontramos con personas que han malinterpretado el mensaje y ahora nos percatamos de las graves consecuencias de este libertinaje y permisivismo, que tiene como escudo el “no frustrar a los niños y no afectar la autoestima de los jóvenes”, cuando sabemos que todo ser humano requiere cierto monto de frustración y de varios “no” que lo vayan humanizando y le permitan encontrar su propio camino.
Empecemos por retomar elementos que han estudiado filósofos y antropólogos como Z. Bauman quien afirma que estamos viviendo en una modernidad líquida, donde todo pareciera esfumarse rápidamente, incluso los lazos amorosos.
La sociedad de consumo, está relacionada con los valores del individualismo, presentismo, hedonismo y materialismo que parecen predominar en la actualidad. El hecho de que pretendamos llenar “vacíos existenciales” o agujeros de angustia comprando cosas de una manera “irracional” nos habla de la cultura en la que estamos viviendo, donde difícilmente un pequeño aprenderá a reparar el juguete roto si los padres le enseñan que cualquier cosa puede ser sustituida y remplazada rápidamente.
El hecho de que los medios de comunicación promuevan una sociedad del placer, donde lo importante es gozar, sin considerar las consecuencias y sin tomar en cuenta a los otros, también trae grandes complicaciones.
¿Cómo podemos enseñar a los niños que existen momentos y lugares para cada situación, que es necesario respetar ciertas normas sociales, que la espera –del mañana en el que serán adultos- trae beneficios, si la tendencia es borrar la asimetría en la relación adulto-niño y cada vez a menor edad tienen acceso a más información o situaciones que antes estaban únicamente destinadas para los “grandes”?
Fuente: www.revistaeducativa.com/por-que-es-tan-dificil-educar-en-la-actualidad/