R Mirón González
Introducción
Hoyy en día vivimos en una sociedad donde podemos encontrar en cualquier contexto malas noticias; en el telediario, la prensa, el trabajo, la familia, los amigos… y esto nos está creando una desensibilización hacia desgracias ajenas. Pero esto cambia cualitativamente cuando hablamos de la salud de uno mismo, de algún familiar o amigo, ya que nos va a afectar de una forma única y personal.
Desde el punto de vista sanitario, el concepto de mala noticia (MN) más aceptado es el de Buckman: “la que va a cambiar de forma grave o adversa las perspectivas del paciente sobre su futuro” 1. Otra definición más completa es la de Ptacek que las define como “toda comunicación relacionada con el proceso de atención médica que conlleva la percepción de amenaza física o mental, y el riesgo de ver sobrepasadas las propias capacidades en función del estilo de vida establecido, existiendo objetiva o subjetivamente pocas posibilidades de afrontamiento negativos de reciente suceso” 2.
Autores como Almanza Muñoz han entendido la comunicación de malas noticias (CMN) desde el punto de vista de la adaptación y nos habla que “existe un vínculo entre recibir malas noticias y el despliegue de la capacidad de Coping”3 , el cual es “el enfrentamiento a una dificultad inusual en una situación en la cual el desarrollo de nuevas estrategias y la instrumentación de nuevas conductas es requerida” 4. A la vez, esto está introducido dentro del marco comunicacional, que en las ciencias de la salud va mas allá de la simple transmisión de información considerándose como “el arte y la técnica de informar, influir y motivar a públicos individuales, institucionales y colectivos sobre temas relacionados con la salud” (Healthy People, 2010).
Como podemos ver, al hablar de CMN estamos ante un hecho complejo que necesita un abordaje integral por parte del profesional que está implicado, ya que se tratan conductas humanas que no se caracterizan precisamente por su sencillez.
Por lo tanto, el profesional sanitario, debe tener los conocimientos y entrenamiento necesarios para tal intervención. Ante esta incertidumbre, se empezó a publicar respecto al tema; así una revisión bibliográfica publicada en 1998 por Almanza Muñoz 5 que abarca literatura sobre CMN desde 1978, nos muestra cómo la mayoría de publicaciones eran realizadas por médicos ante la frustración de una falta de preparación en dicho campo. De este modo,, ya empezaba a surgir la creación de talleres a nivel de pregrado y posgrado, ya que se veía que esta habilidad no mejoraba con el paso del tiempo, sino que era necesario un conocimiento y entrenamiento.
